Trabajar con diferentes compañías globales enfocadas en LifeSciences, con múltiples necesidades y en distintos países nos da una gran perspectiva de culturas, mindsets, estrategias, dinámicas, herramientas y metodologías que requieren los equipos para innovar.
Vemos la necesidad de estos equipos de dedicarse tiempo para frenar y pensar fuera de la caja.
Muchas veces esta necesidad queda relegada porque “no tenemos el tiempo”, o por la falta de herramientas y metodologías para innovar de forma ágil, porque “siempre lo hicimos así”, o porque las agendas están enfocadas en generar calls, presentaciones, powerpoints, excels y correos electrónicos en lugar de estarlo en agregar valor. También vemos gran cantidad de iniciativas para conectar stakeholders y promover la omnicanalidad y el customer engagement a partir de eventos, adboards, aunque con cierta superficialidad a nivel de obtener insights accionables de cara a lograr mejoras en la experiencia de los usuarios (Pacientes, HCP’s, HMO’s, Instituciones, Asociaciones, entornos sociales, etc). Cuánto estamos dispuestos a cambiar es directamente proporcional a cuán capaces somos de innovar.
Innovar es pasar a la acción, es creer y sostener un proceso con el fin de mejorar algo. Es ANIMARSE a hacer, probar, validar, fallar, aprender, y volver a intentar. Muchas veces!! Hasta que se convierte en una forma de trabajar, co-crear e impulsar proyectos e iniciativas.
Innovar no es cambiar el mundo en 1Q, o encontrar soluciones disruptivas todos los días o ser unos locos emprendedores con suerte para encontrar esa solución a todos los problemas. Innovar requiere método, constancia, objetivos claros, equipos comprometidos y alineados y con capacidad de facilitar, articular y gestionar el proceso de innovación para que fluya y logre resultados graduales. Innovar está en el proceso, no en el resultado.
Enfocándonos en LATAM, colaboramos con equipos en países como Argentina, México, Colombia con diversas necesidades y objetivos, pero con el mismo fin de mejorar la experiencia de las personas que todos los días atraviesan alguna patología que condiciona toda su vida. Son países y sociedades con muchas necesidades básicas insatisfechas aunque con mucho empuje y capacidad de reinventarse, atributos muy potentes en un proceso de transformación e innovación.
Vemos mucho que las estrategias globales y regionales chocan con la operación local y las necesidades reales del entorno. Sistemas de salud segmentados, burocráticos y con una baja tasa de integración digital. Todo esto impacta negativamente en la viabilidad de implementar soluciones innovadoras, escalables y con valor agregado. Y al querer pensar en cómo resolver grandes problemas, aparecen grandes trabas, grandes esfuerzos y muchas veces grandes fracasos a la hora de implementar estos procesos y poder sostenerlos en el tiempo. Debemos confiar en el proceso e ir desarrollando iniciativas/soluciones graduales, iterativas, ágiles y flexibles para ir encontrando el camino. La clave está en hacer, validar, fallar, aprender e implementar de forma gradual y validada.
En DMO nos dedicamos a ayudar a las empresas a pensar diferente, diseñar e implementar soluciones innovadoras que generen este valor e impacto sostenido. Y también nos encontramos con que aún alineando sus necesidades, los recursos necesarios, las metodologías y herramientas más adecuadas, procesos bien enfocados co-creados desde el inicio con los Pax, HCP’s, HMO’s y otros actores claves, implementando gradualmente soluciones validadas, aún así cuesta implementar proyectos y soluciones innovadoras escalables. ¿Será que estamos queriendo cosechar antes de dejar crecer el fruto? ¿Será que estamos buscando/midiendo el éxito de los proyectos de forma correcta y adecuada para cada estadío del mismo? ¿Será que se están buscando resultados inmediatos?
Para nosotros el proceso de innovación tiene tres etapas: alinear al equipo y enfocar el Challenge (3 días), desarrollar un 1er MVP (8-10 semanas) e implementarlo (4-6 meses). Y esta primera iteración completa debemos lograrla en 6 a 9 meses.
No por hacerlo rápido, si no por avanzar en el proceso en la justa medida de lo necesario para poder construir, validar e implementar. Y además porque pasado estos plazos puede haber muchos cambios como rotación de los BU Heads, los Digital & Customer Engagement Leads, los Medical o Access Managers, inclusive un cambio de CEO puede frenar o cambiar un proceso de innovación 360°. Debemos tener métricas de éxito e hitos de avance que nos permitan identificar que vamos por el camino correcto y que el proyecto pueda fluir con el entorno en constante cambio. Estructurar, medir y ejecutar son claves para poder cuidar el proceso de innovación creativo y ágil.
Un proceso de innovación se potencia o se frena dependiendo principalmente de la cultura de trabajo y el mindset de los equipos. Un balance alineado de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, un espíritu y compromiso de hacer cosas que generen valor y de buscarle la vuelta, porque el camino no es recto, ni fácil, ni corto, ni tiene resultados medibles a corto plazo, ni se pueden planificar 100% al inicio. Es un camino incierto, donde para ser ágiles hay que poder y saber iterar y pivotar a tiempo. Hay que diseñar procesos enfocados, con equipos comprometidos y objetivos claros, con micro-hitos medibles, co-creando con stakeholders desde el comienzo (vs. checkpoints de validación eventuales…) y potenciados por herramientas y metodologías que nos ayuden a mejorar la forma de pensar e implementar. ¿Cuánto estamos dispuestos a arriesgar y cuánto podemos cuidar el proceso?
Y por último quiero dejarles esta pregunta: ¿Estamos innovando o solo comprando/vendiendo innovación?
Les propongo pensar fuera de la caja, en lugar de intentar estirarla siempre un poquito.